Dios el Creador - La Canción del Creador
Antes del principio había silencio.
No había canción. Ni susurro. No había matices de azules y verdes, ni mezclas de colores. No había risas de niños, ni aromas, ni flores amarillas, ni el zumbido de abejorros negros, ni siquiera cielos rojos al amanecer. No había fuego y no había ritmos. No había trabajo, ni bebidas heladas en un día caliente, ni flujo hacia el centro, ni lejos, ni cerca, porque no había nada para ser medido. No había estructura, ni sistema, ni nacimiento, ni luz de luna bailando sobre la marea de la noche. No había amargo, ni dulce, y no había brisa contra la cara. No había textura, ni forma, ni niebla temprano en la mañana. La oscuridad no era negra porque no había color.
Pero había esperanza. Flotando allí en el silencio estaba el Único.
El Único era Espíritu. Él era el No-Creado. Él estuvo en el silencio no por un día, ni por un trillón de años. El No-Creado Espíritu simplemente era. Él estaba en el silencio del abismo sin fin.
El Espíritu No-Creado conoció su propia soledad. No tenía a otro que escuchara la voz de su corazón. No había estanque para reflejar la pasión de sus ojos. No tenía un amigo del alma para amar apasionadamente y para ser amado. Su pasión vagó hacia la eternidad del pasado. No había ecos, porque no había otro espíritu que escuchara su magnífica soledad. El No-Creado lloró porque supo que estaba solo.
El mal nació en el momento en que el Espíritu No-Creado lloró. Todo el espacio y tiempo más allá de Él se convirtió en lugar para el mal, porque violó su anhelo apasionado de amar y ser amado, de conocer y ser conocido. El Espíritu No-Creado anhelaba apasionadamente conocer algo en lugar de la nada. Sintió el impulso de reemplazar ningún lugar con algún lugar. Anhelaba abrazar a alguien en vez de a nadie. Aún así el silencio desafió su pasión. El silencio vacío fue el primer problema, la injusticia original.
El Espíritu No-Creado miró alrededor y vio el vacío. Anhelaba prender fuego al silencio. Sintió el impulso de desatar su aliento de vida en la oscuridad. Dentro del corazón del Espíritu No-Creado, la pasión del artista de pintar el lienzo en blanco a su alrededor explotó en vida. La urgencia de diseñar fue activada. La voluntad de dar forma fue lanzada. La melodía se escuchó en el corazón del compositor. El impulso poético emergió. Un movimiento del corazón para hacer brillar los tres colores de luz en la oscuridad prosiguió. Era el impulso de tallar vida de la oscuridad, de mezclar formas y colores, de reemplazar lo sin forma con belleza.
El Espíritu levantó su cabeza y aunque sus ojos sólo vieron oscuridad, su corazón imagino lo que podía ser. Gritó con júbilo. Su mente vio belleza y su corazón abrazó forma. La imaginación se encendió en su mente y sus ideas desenfrenadas dieron paso a sueños, mientras se arremolinaban y bailaban en su corazón y se transformaban en visión al moverse hacia su garganta. Caras emergieron en sus sueños, y Él las conoció, y les habló, y las amó. Midió el espacio y el tiempo. Él vio todo rebosando con las expresiones creativas de su corazón.
El Espíritu No-Creado sonrió y luego rió a carcajadas. Rió con ojos brillantes de humedad. Su risa subió como una cascada de alegría. El No-Creado Creador abrió su boca. Separó sus labios. Desató el primitivo y poderoso grito. Sus palabras vertidas desde su interior, avanzaron hacia el silencio en espera como un poderoso fuego consumidor. Esta fue la orden antigua que sacudió al universo y lo hizo existir.
El Espíritu No-Creado gritó triunfal al ver este Fuego Consumidor, esta Luz brillante, esta expresión de su Pasión, esta Palabra que emergía del Él. Se regocijó porque vio que lo que salió de Él estaba dominando al mal, a la vacía oscuridad con luz radiante.
Por un momento estuvo en silencio, cerró sus ojos y escuchó la música a su alrededor irrumpir con vida fresca y deliciosa. Aspiró los aromas tentadores de su creación. Lloró de nuevo, esta vez de puro deleite, porque vio que todo lo que hizo era bueno. Se arrodilló y acarició uno de los deslumbrantes ramilletes de tulipanes amarillos sobre un desfiladero. Vadeó un estanque de agua de primavera, alcanzando a ver su propio reflejo. Luego metió sus manos en el negro lodo, profundo, rico, dador de vida. Tomó un puñado, lo levantó frente a su cara y respiró su olor delicioso. En regocijo se detuvo a saborear el momento. Su tiempo para amistad había llegado. De este polvo crearía otro. Otro como Él. De este lodo glorioso le daría forma de acuerdo a Su propia imagen.
Llenándose de lodo hasta las rodillas y los codos jugó alegremente. Sonrió, porque abrazaba la más grande y vertiginosa aventura de la Creación. Llamó a las aguas y convocó al fuego a irrumpir en sus cuerpos. Luego puso su boca sobre sus bocas, y de su propio aliento encendió la vida dentro de esta culminante obra de arte de su creación. Sus amigos del alma. Hombre y mujer los creó. Ellos elevaron su brillante mirada. El Espíritu No-Creado extendió sus fuertes manos, los envolvió con sus brazos y los alzó. Su voz era tibia y tierna. "Vengan conmigo, mis amados amigos. Caminen conmigo, crean conmigo. Tomen mis manos y compartan mi vida conmigo. Sepan que son mi pasión."
Ellos escucharon la alegre canción del Creador, bailaron al ritmo del Creador y durmieron al arrullo del Creador.
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